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Resiliencia en el jardín de las Phyches

José Raúl Dorzón López

https://www.instagram.com/dorzonlopez/

Técnica: Instalación. Materiales: metal, madera y cerámica.

 

El nacimiento de un ser y la inmensidad del mundo que le rodea y que le ha sido designado para habitar, constituye un reto para cualquier individuo.  En este dilema se ha de reflejar su carácter humanista, racional y su inmensidad creativa, su autonomía como ser y, a su vez, cómo desde su imaginación puede catalizar su libertad y capacidad transformadora de la sociedad y de su propia historia.

 

Esta crisálida se ha transformado en un ser lleno de sabiduría, de emociones, donde se abren nuevas puertas a la percepción sensible, amplificando la conciencia que da forma a los fragmentos de su piel melódica, evocadora de su pasado, animadora de su presente e iluminadora de su futuro. En su primaria etapa de metamorfosis, refugiada en su propia paz, su rutina melódica se iría adentrando cada vez más en su capullo para crecer y asumir, con flexibilidad y fortaleza, cada situación adversa y mostrar la capacidad para replantearse constantemente, y transmutando, su propio ciclo de vida.

 

En el proceso de creación he asumido diferentes lenguajes plásticos como estrategias, basadas en la participación directa y diálogo creativo en la realización de la pieza entre ambos creadores: el maestro Tulio Peramo Cabrera, autor de las composiciones impresas en la piel de la crisálida, y yo, devenido intérprete visual de tan hermosa poesía sonora, conectando así nuestros particulares proyecciones, convencidos de que tales “restos de piel” no son pasado muerto, sino símbolo de nuevos comienzos, evolución, transformación, metamorfosis, del viaje del alma de un ser terrenal y cuerpo artístico evocador de espiritualidad. Fragmentos de una crisálida mística que se convierten en símbolo de inmortalidad, renacimiento y resurrección; de libertad y valentía, a la vez que huellas de la constancia y de la resiliencia.

Una esperanza en el jardín

Nadie escapa al ciclo de la vida… ni doctores ni generales, ni científicos, ni políticos… ni artistas; aunque en realidad éstos últimos puedan, como creadores al fin, burlar un tanto ese cerco con la trascendencia de sus obras. Esta puede ser una lectura de la pieza “Resiliencia en el jardín de las Phyches”.

Y es que, desde el origen de los tiempos, la vida misma se reinventa y se rehace, se renueva y se recompone… y aquí estamos (todos y todas) pasajeros de este instante, formando parte de esa resiliencia que nos une mientras en un jardín se narra una historia contundente de resurrección y amor. 

Compartiendo horizontes, el Maestro Tulio Péramo Cabrera (La Habana, Cuba, 14 de Septiembre de 1948; compositor musical) y José Raúl Dorzón López (24 de enero de l989, estudiante de la Facultad de Artes Visuales de la Universidad de las Artes -ISA) se unen en la creación y nos provocan a la reflexión sobre la necesidad de reinventarnos para remontar nuestros propios horizontes -con esos sueños que vamos esparciendo en los caminos o con nuevos afanes-  solos o acompañados por quienes se juntan a nuestro andar componiendo nuestras propias melodías para alzar el vuelo aunque en el empeño se pierdan las alas.

Aún cuando he visto surgir las Phyches de José Raúl; aún cuando he sido visitante asidua de sus muchos jardines de ensueños y de afanes, este ha sido construido con mucho más que empeño y fantasía: aquí se unen, además; respeto y admiración.   

Dejémosle pues un buen espacio abierto a nuestra imaginación y al contemplar este jardín, remontémonos al iniciático afecto: el amor; y con su ancestral calidez en el alma, seamos testigos del arte que ennoblece y canta a la vida.  Apreciemos el valor de la hibridación de sentimientos y percepciones que -aún desde la diferencia de sus génesis creativas y de sus distancias generacionales nos propone esta enorme crisálida musical, llena de luz y esperana.

Teresita Gómez Acosta

El sentido de la Phyche.

El poder de la mente sobre el destino de un individuo se manifiesta a través de lo que logra, de lo que crea, lo que trasciende, pero, sobre todo, cimienta su autoestima y su capacidad de resiliencia.

Dos creadores de diferentes generaciones y vertientes artísticas, Raúl, artista visual, y Tulio, compositor musical, coinciden en que la mente se asemeja a un jardín donde se siembran experiencias e ideas, de las que crecen variados modos de ser y de existir a través del arte, y donde concurren las más profundas  fuerzas que logran triunfar sobre frustraciones, traiciones, agresiones y olvidos.

Una estructura de metal que toma forma de crisálida habla de los desafíos de la vida. Su piel, elaborada en cerámica, trabajada con algunos rasgos musicales tomados de su partner artístico, recuerda la fragilidad de la vida. Mientras que fragmentos del viejo piano del compositor -testigo de maravillas-, que fuera donado para esta pieza, emerge como metáfora visual de la metamorfosis del ser que se levanta y del eterno renacer del genio.

Con una fuente luminosa y otra musical que emanan del interior de la pieza, Raúl completa sabiamente esta conjunción de fragilidad y fuerza que se yergue como símbolo de nuestros tiempos.

Hortensia Peramo Cabrera